La Ceremonia Andina de Armonización

La Ceremonia de Armonización fue practicada plenamente por nuestros ancestros Incas en todo el Tawantinsuyo. Durante el tiempo de la invasión y la república, fue perseguida y tildada de herejía por parte de la Iglesia Católica. Fue especialmente perseguida por los llamados extirpadores de idolatría, quienes destruyeron objetos cerámicos de todo tipo, tejidos, adornos alusivos a la cultura andina, y símbolos en los wakas, entre otros. Hoy en día, los turistas extranjeros que visitan lugares arqueológicos como Saqsaywaman, Q’enqo, Tampumach’ay, Puka pukara, Chinchero, P’isaq, Ollantaytampö, etc., del circuito turístico en Cusco, se sorprenden al ver rocas quebradas en sitios importantes. Esto es evidencia de la obra de los extirpadores de idolatrías, quienes incluso destruyeron lugares ceremoniales completos como los usnus de Saqsaywaman. Hoy en día, solo quedan los cimientos de estas construcciones, que se encuentran en la misma cumbre y a veces son referidos como observatorios astronómicos o Muyöqmarka. Además, se llevaron los símbolos sagrados de las wakas, como el p’unchau, que eran de oro. Los habitantes nativos también fueron asesinados por los invasores, y por eso en las ciudades o pueblos de fácil acceso no quedaron Incas, excepto algunos que fueron esclavizados. Todo esto fue resultado del fanatismo y la ignorancia de los invasores españoles y occidentales de la época, quienes carecían de una cultura arraigada y valores sólidos. Es importante señalar que muchos de estos invasores eran presidiarios y no colonizadores con formación cultural.

El padre Fray Bartolomé de las Casas, uno de los pocos que mostró compasión por los nativos, escribió en sus Crónicas «La destrucción de las Indias» sobre las atrocidades que observó. Describió cómo los españoles llegaron a La Española en 1492 y comenzaron a cometer actos brutales, incluyendo la toma de mujeres y niños indígenas para servirles y el maltrato a los nativos. Relató actos de violencia extrema, como la matanza de hombres, mujeres, niños y ancianos, quemándolos vivos o desmembrándolos con espadas y lanzas. También mencionó que los españoles utilizaron perros entrenados para atacar y devorar a los indios. Las atrocidades perpetradas por los invasores españoles fueron autorizadas por los virreyes, los representantes directos del rey de España. Se emitieron ordenanzas extirpadoras que buscaban eliminar la cultura nativa, incluyendo la prohibición de pintar ídolos y figuras de demonios y animales en diversos objetos, y la destrucción de objetos antiguos con figuras y símbolos nativos.

Estas atrocidades no solo ocurrieron en el Virreinato del Perú, sino también en otros virreinatos de Sudamérica. Por ejemplo, en Bolivia se emitieron ordenanzas para borrar las representaciones de animales que los indígenas pintaban en diversas partes, incluyendo sus casas y ropas.

En el año 1770, el rey de España emitió una Cédula Real que ordenaba la eliminación de los idiomas nativos en favor del español. Esta medida buscaba imponer la lengua española como única lengua oficial en los territorios colonizados.

En la Confederación del Tawantinsuyu o Inca, las ceremonias se realizaban durante el día y contaban con la participación de los miembros de la comunidad. Estas ceremonias se llevaban a cabo en fechas específicas relacionadas con solsticios, equinoccios y otros eventos importantes para la naturaleza y la sociedad. El propósito de estas ceremonias era mantener la armonía entre todos los miembros de la comunidad y con la Madre Tierra, el Padre Sol y otros seres invisibles. La cosmovisión andina enseña que todo está interconectado y que nada está separado.

Durante los últimos 476 años, las ceremonias se han llevado a cabo esporádicamente y a menudo de manera clandestina, debido a la persecución y represión de la cultura nativa por parte de los invasores y sus descendientes. Hoy en día, las ceremonias a menudo se realizan de noche por temor a represalias o al ostracismo social.

En una verdadera Ceremonia andina, un sacerdote autorizado y consagrado dirige la ceremonia. Los sacerdotes andinos tienen una jerarquía propia y deben hablar la lengua nativa para llevar a cabo adecuadamente las invocaciones y oraciones.

La Ceremonia de Armonización se basa en el manejo de la energía vibratoria y utiliza productos naturales de los tres reinos de la naturaleza: plantas, minerales y animales. Estos elementos actúan como conectores vibratorios con la tierra, el agua, el viento y el fuego, que son manifestaciones de la Divinidad o Pachakamaq. En estas ceremonias, se busca la comunicación con la Esencia de la vida y la naturaleza para mantener la armonía y la salud.

Es importante diferenciar entre Ritual, Ceremonia y Ofrenda, que son niveles de conexión con la Divinidad. Los Rituales son el nivel más alto de conexión o comunicación directa. En la cultura andina, la evolución es un proceso que implica la unidad y la armonía con todo y con la Divinidad.

En resumen, la Ceremonia Andina de Armonización es una práctica ancestral que busca mantener la armonía y la unidad entre los seres humanos y la naturaleza. A lo largo de la historia, esta ceremonia ha enfrentado persecución y represión, pero continúa siendo una parte importante de la cultura andina. Su objetivo es promover la evolución espiritual y la conexión con la Divinidad a través del manejo de la energía vibratoria y el respeto por la vida y la naturaleza.

Por Evaristo future Consa.